Revista Perspectiva | 19 abril 2024.

Las vacantes laborales o el gato de Schrödinger del mercado de trabajo en España

    Asistimos desde hace ya un tiempo a determinado discurso patronal –y, por ende, capitalista– sobre la supuesta carencia de trabajadores disponibles en el mercado de trabajo español para cubrir las demandas empresariales en determinados sectores.

    11/04/2023. José Antonio Moreno Díaz, responsable de Migraciones, Secretaría de Internacional, Cooperación y Migraciones de la Confederación Sindical CCOO
    Las vacantes laborales o el gato de Schrödinger del mercado de trabajo en España

    Las vacantes laborales o el gato de Schrödinger del mercado de trabajo en España

    Teniendo en cuenta los últimos datos, 2.908.397 personas están desempleadas en España, esto es, un 13% de la población activa, disparándose esa cifra a casi el 30% cuando se atiende a desempleados y desempleadas jóvenes, esto es , menores de 25 años.

    Ha de tenerse en cuenta que el colectivo de personas desempleadas en España abarca tres grupos en igualdad de condiciones, a saber, autóctonos (españoles y españolas), trabajadores extranjeros comunitarios que están en España ejerciendo su derecho a la movilidad intra UE y trabajadores extranjeros de países terceros con autorización de trabajo en España.

    ¿Existe -por tanto- una paradoja? Si existe un volumen tan alto de desempleados y desempleadas, ¿por qué “existen” lagunas en el mercado de trabajo que no pueden ser cubiertas…?

    Algunas claves ya fueron aportadas por el Informe del Gabinete Económico de Comisiones Obreras titulado “El análisis de las vacantes laborales en España. Un problema irreal que intenta encubrir otro real: la incapacidad empresarial para generar empleo de calidad”.

    Dicho estudio arroja algunos datos muy llamativos como, por ejemplo, que según la estadística oficial, en el primer trimestre de 2022, las vacantes laborales en España se cifran en un 0,9%, muy lejos de la media de la UE del 2,9%, siendo el porcentaje español el más bajo de la UE junto con Grecia.

    Sin embargo, el Gobierno –y, en concreto, el ministro Escrivá– acometió una reforma exprés –y sin diálogo social– del reglamento de la ley de extranjería en julio de 2022 al objeto de facilitar la llegada de trabajadores extranjeros.

    Ha de mencionarse que al respecto ya se habían iniciado trabajos a nivel institucional con el Servicio Público de Empleo Estatal para analizar mejoras y actualizaciones técnicas del mecanismo de determinación de la situación nacional de empleo a fin de poder dotarnos de un catálogo de ocupaciones de difícil cobertura más fiable, ágil y eficaz que permitiera determinar con más precisión las necesidades reales del mercado de trabajo español de incorporar mano de obra extranjera.

    He subrayado el término “reales” porque –insisto– en este momento estamos con el debate interesadamente inducido de las supuestas necesidades de incorporar mano de obra extranjera ante el ‘gato de Schrödinger’ de las migraciones.

    Sin embargo, súbitamente apareció la prisa y la premura de aprobar una reforma que no se ha sometido al cauce normalizado y constructivo de diálogo social tripartito como el que se viene desarrollando –con éxito– en materia migratoria desde 2004: la justificación gubernamental de la reforma se ha llenado la boca con expresiones como la “necesidad de cobertura de determinados puestos de trabajo”, los “desajustes del mercado de trabajo” o la “escasez de mano de obra”.

    Sobre ese debate confluye la voluntad – y el pregonado discurso– de determinados sectores empresariales caracterizados históricamente por ser precarios y por ofrecer en muchos casos pésimas condiciones laborales y que empiezan a padecer las consecuencias de su propio modelo, esto es, las personas trabajadoras del mercado laboral español no quieren incorporarse a dichas ocupaciones en dichos sectores porque no aceptan esas malas condiciones: estos sectores ofrecen salarios bajos, largas jornadas, precariedad... Con ello aparentemente dicen sufrir escasez de mano de obra: esta circunstancia puede incluso verse agravada con la utilización normalizada de algoritmos para seleccionar y/o "reclutar" a trabajadores extranjeros con transparencia nula y donde puedan primar criterios inaceptables, como por ejemplo el género, las cargas familiares, la edad, etc.

    El debate no puede ni debe ser “ampliemos las vías de llegada de más mano de obra extranjera, con menores requisitos y/o exigencias formales, que nos sirva para suplir ese déficit autoinducido de mano de obra en el mercado nacional de trabajo y que nos permita mantener no sólo la productividad, sino las plusvalías a costa de unas condiciones laborales indignas”.

    Esa argumentación utilitarista de percibir la migración como “mano de obra subsidiaria” respecto a la mano de obra disponible en el mercado de trabajo español y que se haga cargo per se de sectores laborales degradados es una argumentación clasista.

    La cuestión es abordar la imprescindible regeneración de esos sectores laborales que mantienen su actividad y/o competitividad no sólo sobre los bajos salarios, sino sobre unas pésimas condiciones laborales.

    Estamos, pues, ante una cuestión crucial: la entrada en vigor de la reforma laboral está suponiendo una mejora en cuanto disminución radical de la temporalidad forzada de nuestro mercado de trabajo y facilitando un cambio de paradigma de la temporalidad a la estabilidad, pero falta aún por desarrollar un eje como es dotar de dignidad laboral a sectores que hasta ahora están caracterizados por las denominadas cinco “P´s”: precarios, penosos, peligrosos, peor pagados, y poco considerados socialmente.

    Ante ese desafío de hacer de esos sectores laborales dignos y atractivos para los trabajadores y trabajadoras que ya están en nuestro mercado de trabajo no valen los atajos.