Revista Perspectiva | 13 marzo 2025.

El futuro del trabajo que queremos

    24/05/2017.

    Joaquín Nieto

    Director de la Oficina de la OIT para España

     

    La globalización ha abierto una nueva era para la economía, el trabajo y la sociedad; una época de turbulencias y de rápidas transformaciones que generan desafíos sin precedentes para el mundo del trabajo.

    El mundo enfrenta dificultades económicas, ambientales y sociales muy severas, la pobreza y la desigualdad parecen difíciles de eliminar, hay un recrudecimiento de las tensiones geopolíticas y una exacerbación de los conflictos. La sensación de inseguridad es palpable en diversos puntos del planeta. Todo ello en un contexto de crisis climática y medioambiental que de no resolverse puede llevar al planeta un colapso socio ambiental de proporciones inimaginables.

    La Organización Internacional del trabajo ha tratado de responder inicialmente a estos desafíos con las políticas emanadas de la Declaración OIT sobre la Justicia Social para una globalización equitativa, adoptada en Ginebra por la Conferencia Internacional del Trabajo de carácter tripartito en junio de 2008. La Declaración reafirma los valores OIT y el rol que desempeñan para contribuir al progreso y la justicia social en el contexto de la globalización; y promueve el trabajo decente a través de cuatro objetivos estratégicos: empleo, protección social, diálogo social, y principios y derechos fundamentales en el trabajo. Es un punto de partida, pero seguramente insuficiente.

    La situación requiere además en primer lugar un enfoque multidimensional y una agenda global, los problemas del trabajo no se resolverán sin cambios en las políticas económicas sociales y medioambientales. Y requiere también una perspectiva de futuro en el medio y largo plazo para definir el futuro del trabajo que queremos.

    En cuanto a lo primero, desde 2015 hay un programa multidimensional y multilateral de desarrollo: todos los países del mundo, a través del sistema de Naciones Unidas se han comprometido a dar una respuesta de conjunto a los desafíos de nuestro tiempo con una Agenda común para 2030: los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que buscan la paz y la prosperidad para las personas en un planeta ambientalmente sostenible.  Son 17 objetivos y 169 metas que incluyen compromisos para afrontar la pobreza, las desigualdades de todo tipo, los derechos laborales, la protección ambiental… que conforman el programa más transformador que jamás haya adoptado la humanidad a lo largo de su historia. En este programa, en el que todos los objetivos y metas están interconectados, el objetivo de trabajo decente para todos ocupa el lugar que merece centrando las metas contempladas en el Objetivo nº 8. Pero es una agenda que sólo se cumplirá si la sociedad civil en todas las regiones y países del mundo es lo suficientemente exigente como para conseguir que los gobiernos cumplan con esos compromisos.

    En cuanto al futuro del trabajo, empezaremos por constatar que el trabajo está en una encrucijada. Por un lado persisten los efectos de crisis recientes que han dejado un rastro de desempleo persistente con 200 millones de desempleados, 74 millones jóvenes menores que buscan un empleo y no lo encuentran, y de empleo vulnerable, con un 60% de trabajo informal; mientras aún existen situaciones intolerables, como la de los 168 millones de niñas y niños atrapados en el trabajo infantil o las 21 millones de personas sometidas a la esclavitud moderna del trabajo forzoso. Algunas de estas situaciones vienen mejorando, como el trabajo infantil que está remitiendo, otras como el desempleo parecen haber llegado para quedarse.

    En este contexto, se están dando cambios muy profundos que caracterizan la sociedad de nuestro tiempo, que preocupan y generan incertidumbre.

    El impacto de las nuevas tecnologías, el envejecimiento de la población, los flujos migratorios, los efectos del cambio climático, los cambios en las relaciones de trabajo, los nuevos rumbos de la globalización y sus efectos sobre el empleo y la producción, son algunos de los factores de cambio que alimentan las discusiones sobre el futuro del trabajo.

    ¿De dónde saldrán los empleos del futuro? ¿Cómo serán esos empleos? ¿Alcanzarán para todos? ¿Viviremos mejor? Las preguntas son muchas y el interés por responderlas es creciente, pues el trabajo es un componente esencial en las vidas de las personas y fundamental en la organización de la sociedad.

    En este mundo con 200 millones de desempleados, 74 de ellos jóvenes,  cada año se incorporan al mercado de trabajo 40 millones más de jóvenes. Se necesitan crear unos 600 millones de nuevos empleos para atender esa demanda. No es tarea fácil, pero ese es, junto al cambio climático, el desafío más decisivo de nuestro tiempo.

    España no es ajena a las incertidumbres sobre el futuro del trabajo. Tras seis años de crisis la economía española lleva catorce trimestres consecutivos de recuperación económica encaminándose hacia una recuperación económica relevante, que en breve alcanzará las cifras de PIB de antes de la crisis y ha permitido reducir el desempleo, si bien los retos aún son importantes. El desempleo es todavía elevado y persistente, falta mucho para llegar a los niveles de empleo previos a la crisis; preocupa la disminución en la calidad de los empleos; y la pobreza y la desigualdad  siguen latentes. Así pues, se presenta un panorama de recuperación económica sin recuperación social.

    En este contexto, si el futuro del trabajo es un asunto de interés en todo el mundo, lo es aún más en España. El debate sobre el trabajo y su futuro es parte de las conversaciones diarias y de las preocupaciones de muchas personas; según los datos del CIS, la más importante.

    Desde la OIT afrontamos con realismo las nuevas ideas, conceptos y desafíos en el mundo del trabajo y en su gobernanza. El mercado de trabajo en el 2017 es muy diferente al que hemos vivido en las pasadas décadas. Sin embargo, no es momento para el pesimismo que trasmite la idea  de que la tecnología y la robotización supondrán el fin del trabajo, y que los cambios demográficos harán imposible la protección social y el sistema de pensiones. Menos aún es el momento de aceptar la desigualdad como inevitable.

    Las trasformaciones tecnológicas en curso, incluida la robotización, abren también las posibilidades para fomentar otro modelo de desarrollo, no basado en el crecimiento ilimitado del uso de los recursos ambientales y energéticos, sino en la atención a las personas, la creación de empleo y la posibilidad de resolver problemas sociales de fondo. Todo dependerá de si se redistribuyen o no los beneficios de derivados del aumento de productividad de los avances tecnológicos y la robotización, y de si se organiza o no una transición justa a través del diálogo social.

    Habrá que empezar identificado los riesgos, para evitarlos; y las oportunidades, para aprovecharlas. Ese es el sentido de la Iniciativa del centenario de la OIT relativa al Futuro del Trabajo, que tiene como objetivo no sólo identificar los factores de cambio y sus posibles efectos, sino también encontrar el camino para darle forma al futuro del trabajo que queremos.

    La OIT, tras casi cien años de historia que se cumplirán en 2019, se ha planteado muy seriamente la necesidad de impulsar la reflexión sobre el futuro del trabajo, buscando conclusiones y resultados sólidos, que permitan renovar su mandato en favor de justicia social para el mundo del trabajo para los próximos cien años. Hasta ahora, la respuesta a la Iniciativa ha sido muy reveladora sobre la importancia que tiene este tema ya que en al menos 160 Estados miembros ya se han realizado diálogos sobre el futuro del trabajo. La temática es inmensa, por ello se han ordenado en cuatro las conversaciones para facilitar el debate:

    Trabajo y sociedad. La primera conversación, sobre trabajo y sociedad, trata sobre el lugar del trabajo en las personas y en la sociedad y sobre la influencia e impacto de los cambios sociales, tecnológicos, demográficos y medioambientes sobre el trabajo, que están convulsionando la conexión tradicional entre trabajo y sociedad. Esta conversación examina también, desde una perspectiva de equidad y justicia social, cómo las sociedades podrían gestionar las diferentes posibilidades del futuro en un mundo de individuos cuyas diferencias en género, edad, educación, estatus de migración, recursos financieros, y otras muchas características son tan decisivas.

    Trabajo decente para todos. La segunda conversación gira en cómo crear trabajos decentes para todos. Los aspectos cualitativos y cuantitativos de los empleos son la mayor preocupación. Esta conversación revisa las interacciones entre las innovaciones tecnológicas, las trasformaciones estructurales, el desarrollo económico y el cambio social y cómo estos procesos interconectados pueden dar forma al futuro del trabajo, en particular en relación a la necesidad de tener políticas de largo aliento para crear más y mejores empleos.

    La organización del trabajo y la producción. La tercera conversación es sobre la organización del trabajo y de la producción. Si bien nuevas formas de producción y las cadenas de suministro global pueden generar mayor eficiencia en los negocios y oportunidades para los trabajadores, también pueden contribuir a la precarización del empleo.

    La gobernanza del mundo del trabajo. Finalmente la cuarta conversación, sobre la gobernanza del trabajo, cómo la sociedad puede responder a la erosión de los marcos regulatorios establecidos, en particular considerando cuándo se necesitan nuevas o diferentes estructuras de gobernanza para regular el mundo el trabajo de forma efectiva; y el rol que tendrán que desempeñar los agentes tripartitos, la administración laboral, las leyes e instituciones laborales, las organizaciones de empleadores y de trabajadores, la negociación colectiva y el diálogo social.

    La Iniciativa sobre el Futuro del Trabajo de la OIT, hay que reiterarlo, no pretende quedarse en un diagnóstico sociológico de la situación y de sus tendencias por brillante que sea, sino comprender la dinámica de los cambios en este mundo globalizado y cambiante para configurar el futuro del trabajo que queremos.

    Barcelona, 24 de Mayo de 2017