Revista Perspectiva | 14 marzo 2025.

EL CUERPO COMO CONFLICTO EN EL DISCURSO DEL CÓMIC

    22/05/2019.

     Marika Vila Migueloa

    Ilustradora e historietista

    Mi mirada sobre el cómic recorre múltiples perspectivas, ya sea como lectora, como profesional en el cómic comercial, como autora pionera en el surgimiento del cómic adulto en los años 70 o como analista de su lenguaje. Como lectora sufrí su manipulación, como profesional y creadora luché en su estrecho y silenciado espacio. Como investigadora llevo años recopilando información y rescatando el trabajo de las creadoras invisibles porque creo imprescindible complementar el discurso histórico del cómic con sus voces ausentes[1]. Desde sus inicios, mi trabajo se ha centrado en crear la simbiosis de palabras y líneas –de documentación y análisis también– para abrir grietas, descalzar cimientos y derrumbar el alto muro de los estereotipos por el que hoy ya se filtra claramente la voz de las mujeres… será bueno escucharlas para comprender lo aparente del silencio histórico y la importancia del desequilibrio que ha significado su ausencia en el discurso global.

    El empoderamiento de las voces femeninas, al irrumpir en el campo de batalla simbólico que sitúa el cuerpo femenino como espacio de negociación de las miradas masculinas en el diálogo del cómic, encontró un primer y principal hándicap al problematizar su propia representación. Las autoras se han enfrentado a un cuerpo ya usurpado, un icono vacío simbólicamente resignificado por la voz de la creación masculina según su necesidad, cargado así de forma tan viciada, que imposibilita su interacción natural.

    El tratamiento del cuerpo ha sido uno de los elementos de contraste en el trabajo de las mujeres “invisibles” que desde los orígenes podemos rastrear y rescatar del olvido en la historia del medio. Sus estrategias varían, pero coinciden siempre dentro del contraste y la ruptura. La clave se encuentra en la exigencia de voz y en la propiedad de la mirada para tomar conciencia, desnudar al artefacto “mujer” de su disfraz, desmontar el icono y vaciar sus falsos mensajes una vez descodificados. El cuerpo y la autorepresentación manifiestan su importancia en la construcción artificial de la identidad femenina cuando observamos que son el eje sobre el que mayoritariamente giran las obras de las pioneras, ambos conceptos conforman el punto en común de las estrategias discursivas transgresoras en unos trabajos que nos han venido mostrando la pluralidad y amplitud vanguardista de sus miradas.

    Atravesando el silencio y la invisibilidad en los que las mujeres han sido representadas desde la ocupación unívoca –alterada en la falsa homogeneidad de su espacio corporal– la experimentación de las autoras pioneras –desde Nuria Pompeia o Marika Vila (yo misma) hasta Laura Pérez Vernetti– sienten la necesidad urgente de reformular la diferencia junto con la diversidad de las imágenes que encarcelan y codifican una representación dentro de la cual se sienten violadas. Las armas contra esta violencia icónica serán tanto la autorepresentación como el experimento, dichos elementos se nos muestran como herramientas de supervivencia en el uso que hacen de ellos las pioneras.

    Pompeia[2] ya dibujó su centralidad encarnada en el filo crítico de su mirada naíf y nos mostró un camino que fijó sus claves en la problematización del cuerpo. Siguiendo su rastro, mi lenguaje icónico como autora[3] pionera ha buscado siempre romper las normas, las redondeces femeninas y los límites del discurso clásico para volar sobre la pluma conquistando un nuevo espacio desde el expresionismo al deconstruir el artefacto “mujer” y descodificar un cuerpo ocupado por los fantasmas del erotismo masculino y las normas sexistas. Del mismo modo, podremos encontrar en Montse Clavé las ralladuras de una pluma insistente que desnuda y reconstruye un cuerpo oculto sacándolo a la luz para reconocerse, o descodificar el puntillismo –pequeñas señales de una nueva construcción– con el que Mariel Soria vistió las nuevas relaciones desnudas que en la Transición cuestionaron la masculinidad homogeneizadora y patriarcal…

    Podríamos seguir así analizando los cuerpos experimentales de Laura[4] en su poliédrica visión que redondea una anatomía geométrica, o la dureza monumental de los cuerpos sexuados fuera de etiquetas de María Colino[5], pero lo más interesante es el link –o la continuidad– que se produce entre el lenguaje de los cuerpos resignificados y su interpretación en la autoría femenina actual, lo podemos ejemplificar en la forma en que Luci Gutiérrez (2009) autora del nuevo milenio, decide crear su propia sexualidad y su representación en ella. Luci posee el poder... simplemente y sin complejos se autodefine, crea un espacio icónico que se abre a partir de las grietas pioneras y lo disfruta limpio de códigos ajenos… También podemos ver como Antonia Santolaya[6] crea sus constelaciones de mujeres arbóreas y estelares ignorando el estereotipo desechado…  O bien, saborear las descripciones históricas y étnicas en las que Raquel Lagartos[7] carga de contenido psicológico los cuerpos anti-modélicos de sus personajes de los que emerge lo orgánico humanizando la monstruosidad.

    La muestra más clara de la rotura de límites de las nuevas voces aparece de nuevo en el trabajo de Ana Penyas[8] sobre los cuerpos colectivos de las invisibles, de los desaparecidos… nos habla desde los cuerpos de los niños de las guerras… o de las abuelas que dibujan el fondo y el soporte en los hogares de todos. En sus dibujos la clase y la edad aparecen para hablarnos a las mujeres desde nuestra propia historia encarnada.

    La nueva visibilidad, rescatada y exigida, que se enfrenta al estereotipo modélico, nos permitirá ver el camino de ruptura en el que se produce de forma espontánea un diálogo intergeneracional entre las claves del lenguaje icónico que une el discurso genealógico y le confiere coherencia. Los trazos feministas en las autoras de la transición española nos muestran como la pretensión de desocupar el cuerpo es una necesidad expresiva que se manifiesta en las diversas estrategias de supervivencia o ruptura empleadas y llega hasta hoy.

    Clavé recorre las sensaciones de la piel buscando simetrías en el autoerotismo poético de Mari Chordà o en el suyo propio… Marika da voz y acción reivindicativa al cuerpo de las princesas y las doncellas, o rastrea en la cuatricromía de la piel a la desconocida que esconde nuestra imagen tras la dependencia de la mirada ajena… Mariel Soria activa a las bellas femmes fatals dando vida a su pelirroja cabellera que detiene al violador, violado por su propia pistola… Con todas ellas comprobamos que cuestionar los modelos es des-ocupar el cuerpo. Sus grafías construyen espontáneamente un mensaje común sin necesidad de consenso y éste pasa por liberar la propia representación del tópico y el estereotipo que había usurpado su voz.

    Podremos seguir este rastro en los años posteriores, buceando en los trabajos de Ana Miralles, Ana Juan, María Colino, Laura Pérez Vernetti, Marta Guerrero o Marta Cano y entrar en el nuevo milenio con Emma Ríos, Raquel Alzate, Sonia Pulido, Miriam Cameros, Clara Tanit Arqué, Luci Gutiérrez, Lola Lorente, Sandra Uve, Carla Berrocal, Cristina Duran, Isabel Franc, Susana Martín… entre tantas otras (la cita no es exhaustiva, sino que pretende mostrar la aceleración en la incorporación actual de firmas y sus títulos localizables en la red) que nos aguardan en las librerías o de forma virtual en sus blogs y en las tiendas online.

    Desde el análisis de sus miradas sobre los cuerpos y sus expresiones podremos observar las diferentes relaciones que establecen con la autorepresentación cuestionando el género, presentando otros modelos, otras sexualidades, otras culturas y otros cuerpos. Viajando con ellas podemos llegar a comprender mejor el fenómeno actual: la proyección de la fuerza colectiva.

    No ha sido hasta fecha muy reciente que el trabajo constante de resistencia y denuncia en el esfuerzo por crear un lenguaje nuevo de las pioneras ha encontrado eco en una nueva generación de autoras que recuperan la voz y afirman presencia (desde el espacio virtual de las blogueras a la autoedición o las publicaciones en papel) asociándose y creando la fuerza para ganar territorios y recuperar el discurso y el diálogo con las antecesoras, así nacen diversos proyectos activistas para la construcción del dialogo intergeneracional que culminaron en noviembre de 2016 en la exposición Presentes. Autoras de tebeo de ayer y de hoy, organizada por el colectivo de Autoras de Comic (AC) y patrocinada por el Ministerio de Asuntos Exteriores y de cooperación (AECID) que mantiene una itinerancia internacional por las embajadas españolas.

    El hecho asociativo ha marcado un antes y un después en el activismo y la búsqueda de visibilidad por parte de las autoras en España, sin embargo, en este momento parece ser que es el propio medio (editores, publicaciones, instituciones etc.) el que intenta cubrir cuotas y las necesita, al hacerse evidente su cojera temática y discursiva. Y es que el cómic también se beneficiará con esta reincorporación a la visibilidad de sus autoras ocultas, siempre podrá esgrimir la importancia vanguardista de los trabajos de las autoras pioneras para restaurar su falta de equilibrio en la interacción comunicativa. Desde el modernismo resistente de Lola Anglada y las republicanas, hasta el estilo naif cargado de explosivos de Pompeia o los juegos expresionistas y experimentales que iniciamos en la Transición las autoras de los años 70, el trabajo conjunto desbrozó el camino hacia el discurso plural al impulsar la deconstrucción de estereotipos y la rotura de etiquetas en los nuevos relatos, hoy las voces emergentes de las jóvenes autoras lo completan al aportar una mayor diversidad en la polifonía de voces. Su aparición y la visibilidad recuperada de sus predecesoras nos ayuda a completar la percepción social de la realidad que nos construye. El cómic ha sido un instrumento utilizado desde las ideologías por su capacidad sintética de transmitir mensajes camuflados bajo grandes palabras creando imaginarios simbólicos al dirigir embates a nuestra parte visceral para inyectarlos directamente en la emoción. Esta característica hace imprescindible reconfigurar el análisis de nuestros modelos sociales desde un medio tan popular como efectivo en la construcción pedagógica de las identidades de género, y usarlo ahora para la deconstrucción de los tópicos.

    [1] Vila Marika (2017). El cos okupat. Iconografies del cos femení com a espai de la transgressió masculina en el còmic. Universitat de Barcelona

    [2] Maternasis (Kairós,1967) Mujercitas, (Punch, 1975) Vindicación Feminista (1977)

    [3]Totem Especial Mujeres (1977) Primera antología de autoras en España en donde se pueden ver los primeros trabajos de Marika, Montse Clavé y Mariel Soria

    [4] El Toro Blanco (La Cúpula, 1989) Viñetas de Plata (Reino de Cordelia, 2017)

    [5] Rabia Máxima (Under Cómic, 1997)

    [6] http://antonia-santolaya.blogspot.com/2012/12/

    [7] Mary Shelley, La muerte del monstruo (Diábolo, 2016)

    [8] Estamos todas bien

    Barcelona, 20 de Mayo de 2019