Revista Perspectiva | 28 marzo 2024.

Igualdad social-nuevos derechos de ciudadanía-papel del sindicato

    Vivimos en tiempos de la digitalización, del big data, la robotización y la inteligencia artificial. Afrontamos una inaplazable transición energética hacia la descarbonización que acompaña a las políticas ambientales que puedan revertir el letal cambio climático. Cambios culturales en la esfera global que debe abordarse por las diferentes sociedades que constituyen la humanidad. Sociedades económicas, productivas, del trabajo, políticas, científicas, culturales, educativas y sociales.

    22/05/2020. Javier Pacheco, secretario general de CCOO Catalunya
    MANOS TECLADO

    MANOS TECLADO

    Vivimos tiempos líquidos para la economía global de capitales y las transacciones financieras. Irrumpen nuevos valores bursátiles vinculados a la información y el conocimiento, intangibles de un nuevo paradigma de la especulación económica que desplaza más si cabe, la economía productiva, la economía real.

    Una economía que cada vez estrecha los vínculos de la propiedad de capitales en menos manos, que concentra poder y supera con creces al de los estados-nación. Un poder que en términos geoeconómicos ha cambiado el mapa mundial, donde China y la India irrumpen como nuevos operadores del poder económico mundial, disputándoselo a los Estados Unidos y relegando a Europa a un escenario de una cierta irrelevancia. Una concentración de poderes que pone en cuestión el modelo de democracias, que atenta contra las libertades individuales y colectivas y que restringe a unas grandes élites la capacidad de decisión en el marco estratégico de un modelo de convivencia que está ampliando de manera bochornosa las desigualdades sociales, entre pueblos y entre clases.

    ¿Cómo el sindicalismo debe hacer frente al conflicto tradicional capital-trabajo?, vigente ayer, hoy y en el futuro sin ningún género de dudas. Donde hay relaciones de trabajo hay conflicto de intereses.

    Hoy la izquierda política y social y el sindicalismo de clase, confederal y sociopolítico debe vertebrar su posición sobre tres grandes vectores de cambio:

    los derechos laborales y sociales- El trabajo

    la lucha contra el cambio climático

    el feminismo

    Tres vectores que deben tener un hilo conductor común, la profundización de la democracia en el terreno económico. La democratización de la economía y el trabajo como mejor fórmula para garantizar un reparto de la riqueza justo y combatir el patriarcado para que términos como democracia o libertad incluyan a todas y a todos independientemente de su sexo, género, clase, origen u opción.

    La participación directa de las clases trabajadoras en el desarrollo de las políticas económicas y en las decisiones de las empresas debe ser una conquista del movimiento sindical a escala global.

    El trabajo seguirá siendo la principal fuente de emancipación individual y colectiva de las sociedades del presente y el futuro. Pero el trabajo debe cambiar el rol que hoy juega el concepto de propiedad empresarial.

    En el trabajo del futuro, los principales activos no serán materiales. La información, los datos de las personas y el conocimiento ocuparan el mayor porcentaje del valor de las empresas.

    El conocimiento y la información no deben ser tratados con carácter individual para una mayor flexibilidad en la comercialización de los mismos. Mis conocimientos y mis datos tienen valor en función de cómo se relacionan con los conocimientos y los datos del resto de mi entorno, sea personal, laboral o social. Por tanto, el concepto de propiedad debe cambiar radicalmente en la relación capital-trabajo, ya que el mayor valor radica en las personas, en las y los trabajadores.

    Para cambiar el rol de la propiedad empresarial en las relaciones de trabajo se hace imprescindible la participación de los trabajadores/as en la organización del trabajo en las empresas, en las decisiones de las líneas de negocio, en la gobernanza empresarial. Esta participación no debe interpretarse de manera individual, detrás del talento, porque abocaríamos a una organización horizontal sesgada. Se despreciaría la construcción de la inteligencia colectiva del conjunto de una organización empresarial. La participación debe estructurarse, garantizarse el carácter colectivo, la solidaridad de la mano de la competencia profesional, la colaboración en lugar de la competitividad y por supuesto el crecimiento equitativo del conjunto de los que componen la organización. Aquí opera la herramienta de la organización de los trabajadores, el sindicato como mejor instrumento para la participación colectiva y estructurada en el marco de la empresa.

    Democratizar la empresa, democratizar la economía de la mano de las nuevas tecnologías, de los nuevos activos de valor, para la construcción de un nuevo modelo de sociedad.

    La visión del feminismo y la lucha por la igualdad real es la estrategia que debe facilitar los nuevos valores de una sociedad que debe reconocer los trabajos remunerados y no remunerados, el trabajo productivo con el reproductivo, la corresponsabilidad y la conciliación. Solo desde un modelo democrático en el marco de la empresa, podemos redefinir los conceptos del trabajo incorporando las necesarias reivindicaciones feministas para la construcción de una sociedad en términos de igualdad.

    El trabajo nos facilita los bienes materiales, pero desde el trabajo podemos repensar el valor de las plusvalías que genera una empresa. El tiempo y un nuevo concepto del valor de los tiempos, la convivencia y el valor que podemos darle a la comunidad en relación a los cuidados hoy no reconocidos por el tradicional conflicto capital-trabajo, son reflexiones que deben convertirse en propuestas concretas.

    Del mismo modo la lucha contra el cambio climático debe cambiar los valores de una sociedad en su manera de producir-distribuir y consumir. Un cambio de paradigma que cambia las relaciones clásicas del tejido productivo y su entorno. Pasar de una economía lineal a una circular es una oportunidad que puede cuestionar radicalmente el actual modelo económico. Desde la proximidad, el respeto al planeta y con participación democrática en una economía, pública y privada que fomente la participación directa de los trabajadores/as-ciudadanos/as, podemos construir una sociedad más libre y más justa con altos índices de cohesión social, en igualdad de género, una sociedad inclusiva y desde el respeto absoluto a los recursos que el planeta nos ofrece.

    El sindicalismo confederal y de clase puede ser un factor de vanguardia de este cambio por su fuerte implantación en la empresa, por nuestra más que conocida experiencia en el marco de concertación social y por nuestro claro perfil sociopolítico. Vertebrar los tres vectores fundamentales para el cambio, Trabajo, Medioambiente y Feminismos ha de ser nuestro principal objetivo futuro y nuestro reto de presente.

    22/05/2020