Revista Perspectiva | 27 abril 2024.

El capitalismo de vigilancia

    Durante los años 90 del siglo XX, el capitalismo salvaje se lanzó a la conquista del mundo de la mano del neoliberalismo propugnado por Margaret Thatcher y Ronald Reagan. El término describe un movimiento económico descontrolado que acarreó consecuencias muy negativas con grandes aumentos de pobreza y desempleo. Con esto, el capitalismo como sistema económico, basado en la propiedad privada de los medios de producción y en la libertad de mercado, volvió a convencernos de que, mientras convivamos con él, para evitar caer en los excesos del libre mercado, el sistema necesita de forma imperiosa ser regulado.

    11/04/2023. Blanca Cercas, licenciada en Historia Contemporánea de Catalunya. Master en Dirección y Gestión de Centros Culturales
    El capitalismo de vigilancia

    El capitalismo de vigilancia

    Mientras tanto, el sueño digital, que creímos que nos traía la democratización del conocimiento, ha entrado felizmente en la realidad haciéndonosla más cómoda y mejor, pero sin que sospecháramos que detrás de ese confort tecnológico se escondía el poder del dominio de nuestras vidas.

    Debido a eso, las leyes de las plataformas de Internet buscan más usuarios para que atraigan a más usuarios. Y adquieren valor en función de crear un efecto de comunidad. Todo ello con el único objetivo de lograr el control sobre los usuarios, es decir, sobre nosotros.

    Las empresas mediáticas que desarrollan estas plataformas funcionan gracias a la atención del público. Si nadie mirara la televisión, ningún anunciante pagaría por los espacios publicitarios. El expresidente de TF1 Patrick Le Lay, decía lo siguiente: “Lo que vendemos a Coca Cola es tiempo de cerebro humano disponible”.De ahí que vivamos en un Síndrome de Estocolmo: hemos cedido involuntariamente parte de nuestra soberanía personal en aras de cierto bienestar.

    Así hemos llegado hasta aquí: “¿Alguna vez han tenido la sensación de que están leyendo un e-book, pero en realidad es el e-book lo que les lee a ustedes?”. Esa frase del filósofo alemán de origen coreano Byung-Chul Han explica perfectamente el efecto del llamado "Capitalismo de la Vigilancia", título del libro publicado por Soshana Zuboff que ha tenido un extraordinario eco entre el público y la crítica. Según Zuboff, los usuarios de productos tecnológicos originamos datos e información sobre nuestras “experiencias humanas” y “nuestro comportamiento” que las empresas tecnológicas compran y venden.

    La experiencia humana es utilizada como materia prima gratuita para prácticas comerciales ocultas, extracción de datos, y para la predicción de ventas. Es decir, succionan la información que nos pertenece para moldear y predecir nuestro comportamiento futuro.

    ¿Les suena pedir una comida china desde su teléfono móvil y que, acto seguido, aparezcan diversos mensajes de restaurantes chinos que pueden proporcionársela? ¿O buscar un viaje a un lugar determinado y que automáticamente les aparezcan ofertas para realizarlo?

    Así se explica que Jeff Bezos haya hecho cambiar la forma de consumir. Que Amazon sea el centro comercial global por excelencia, mientras Google y Facebook poseen nuestra identidad virtual. El dinero produce poder, el poder necesita control y las empresas de tecnología han creado un monstruo controlador que absorbe soberanía personal, alienándonos con suma facilidad.

    La literatura predijo estos escenarios con obras tan notables como Fahrenheit 451, de Ray Bradbury, donde se explica cómo el poder ejercido sobre la sociedad pretende reducirla a la esclavitud y al pensamiento único mediante la muerte de la cultura. O 1984, de George Orwell, donde un partido privilegiado ejerce el poder coercitivo y manipulador, para someter al resto de la sociedad, a través de la propaganda y la prostitución de las ideas.

    Las imaginaciones de los novelistas no han sido infundadas, porque el presente tiene algo de espejo en ellas.

    ¿Qué son, si no, las fake news transmitidas vía Twitter o Facebook u otras redes sociales, que tanto han utilizado en los últimos tiempos los modernos populismos?

    Todo lo dicho también tiene una consecuencia perversa en el ámbito laboral, que puede generar un efecto dominó en muchas empresas. Se trata del control sobre el trabajador. Según publica el Süddeutsche Zeitung, la empresa alemana Zalando es sospechosa de investigar a sus empleados a través de un sistema informático llamado Zonar. La difusión de su existencia ha provocado que los sindicatos muestren preocupación y lancen críticas sobre este tipo de prácticas. A la Fundación Hans Böckler no le sorprende este extremo, pues Amazon ya ha aplicado en Estados Unidos este tipo de sistemas de valoración de empleados.

    Pero no podemos darlo todo por perdido. Una visión pesimista no se ajustaría a la realidad. Sí, estos productos predictivos son efectivamente comprados y vendidos en un nuevo tipo de mercado de comportamientos, son muchas las empresas ansiosas por apostar sobre nuestra conducta futura. No sólo se conoce o conocerá nuestra conducta, sino que también es o será moldeable. Google es capaz de predecir, antes que los ministerios de salud, la llegada de la epidemia de gripe estacional, basándose en las búsquedas realizadas por sus millones de usuarios.

    Sin embargo, nunca se predijo el covid y, como dice el filósofo Daniel Innerarity, eso demuestra que quizás el capitalismo de la vigilancia está sobrevalorado en la actualidad. Nadie puede saber exactamente qué pasará en el futuro. Excepto que una IA ya lo haya predicho con certeza.

    La historia nos ha enseñado a batallar contra aquellos movimientos que pretendían anularnos. La misma Zuboff alerta de ello y ofrece recursos para combatirlos. "Los capitalistas de la vigilancia son ricos y poderosos, pero tienen un talón de Aquiles: temen a la ley, a legisladores que no están confundidos ni intimidados y, en último término, tienen miedo de los ciudadanos”, afirma Zuboff.

    Estamos ante de un reto importante, que tiene que ver con la libertad como individuos: impedir que se desate otro capitalismo salvaje que trastorne nuestras vidas.

    La toma ilegítima, secreta y unilateral de las experiencias humanas para transformarlas en meros datos y comerciar con las predicciones del futuro de la humanidad debe de ser declarada ilegal. Ya se han ilegalizado otros mercados, como el de tráfico con órganos humanos. Para hacerlo solo tenemos un único camino: la ley y nuevos modelos de regulación. Porque, en última instancia, en democracia, la ley es la única que puede proteger a los débiles y los indefensos de los desafueros de los ricos y los poderosos.