Revista Perspectiva | 12 marzo 2025.

En un planeta finito dejar de crecer es inevitable

    Vivimos en un indescriptiblemente precioso planeta. Pero ese planeta también es finito. Crecer al 3% cada año provoca que tengas que duplicar tu Producto Interior Bruto en unos 20 años, y multiplicarlo por 16 en apenas un siglo. Es lo que tiene el crecimiento exponencial, que nuestra mente no está del todo adaptada para entenderlo, a la vista de los resultados.  

    28/09/2023. Juan Bordera, guionista, activista y autor de "El otoño de la civilización"
    En un planeta finito dejar de crecer es inevitable

    En un planeta finito dejar de crecer es inevitable

    Los resultados son: hemos sobrepasado ya el pico de producción del petróleo de calidad, se están agotando muchos recursos clave a un ritmo creciente y los máximos de producción del gas o del carbón están cerca de ser sobrepasados. 

    A la vez, y desgraciadamente este verano es buena prueba de ello, estamos traspasando muchos límites biofísicos cruciales incluidos los que se conocen como "puntos de no retorno climáticos". Una vez traspasados, el clima de la Tierra se alejará con una inercia irrefrenable de la estabilidad del Holoceno –el periodo de los últimos 12.000 años que ha visto nacer a todas las civilizaciones conocidas- hacia un nuevo territorio. Un territorio que algunos de los mejores científicos vivos que tenemos han denominado "Tierra-Invernadero". 

    Quizá en castellano la traducción de Hothouse Earth (Tierra-Invernadero) sea un nombre demasiado amable. Uno que no ayuda a describir bien la dimensión de la tragedia. Un nombre que parece dibujar un escenario en el que podremos seguir cultivando tranquilamente tomates y patatas bajo un mar de plástico. Nada más lejos de la cruda realidad. La inestabilidad climática tiene el poder de hacer desaparecer una gran parte de la vida en la Tierra, complicar las cosechas durante milenios y convertir a los fenómenos climáticos extremos en el pan nuestro de cada día. Una lotería de inundaciones, granizadas, olas de calor, sequías para la que cada vez habrá más boletos en casi todas partes. "Tierra-Infierno" sería sin duda un nombre más aproximado a lo que vamos a vivir si se desatan los mecanismos de realimentación de los elementos clave del Sistema Tierra. 

    Tenemos que comprender que los elementos clave del equilibrio climático del planeta son como los órganos de un gran cuerpo, están directamente relacionados. Si te falla el hígado, los riñones se resentirán y tendrán más trabajo. Si perdemos las capas de hielo del permafrost o de Groenlandia, esto afectará ralentizando a la corriente termohalina, que ya nos avisan algunos de los mejores expertos en la materia de que colapsará probablemente este siglo. 

    Un estudio reciente publicado en la prestigiosa revista Science, alerta que para 6 de estos 16 elementos clave el límite está por debajo de los famosos 2º C. Cerca. Tan cerca que comienza a sentirse con fuerza el calor por todo el planeta. 

    "La inestabilidad climática tiene el poder de hacer desaparecer una gran parte de la vida en la Tierra, complicar las cosechas durante milenios y convertir a los fenómenos climáticos extremos en el pan nuestro de cada día".

    Con el peso del conocimiento sobre sus cabezas, hasta científicos del máximo nivel como Peter Kalmus, de la NASA, Fernando Valladares o Julia Steinberger, están uniéndose a movimientos sociales para realizar acciones como encadenarse a bancos o cortar carreteras, quizá como último recurso desesperado para llamar la atención de la sociedad. A las sufragistas y a tantas otras luchas les funcionó, con el tiempo. Toca asumir que el mayor riesgo en la sociedad del riesgo es precisamente no hacer nada.

    Pero hay una buena noticia: por fin se está hablando de decrecimiento. De lo que le ocurre a toda cosa en el universo –salvo a la estupidez humana, decía Einstein-. De algo que a nuestras economías les va a ir pasando también. De una palabra –decrecimiento- que se refiere a una teoría económica que plantea un dilema: ante el choque contra los límites materiales, el descenso puede ser planificado y lo más equilibrado posible, o dejando que el mercado asigne tan bien los recursos como lo ha hecho hasta ahora. O redistributivo y justo, o caótico.

    El IPCC, el organismo climático más importante del mundo, la sabiduría colectiva de la Asamblea Ciudadana por el clima del estado español, el New York Times en portada en su edición internacional, el ministro de consumo Alberto Garzón, el presidente de Colombia Gustavo Petro, o el de Irlanda  Michael D. Higgins. En muy poco tiempo, parece que por fin, desde posiciones cruciales se está perdiendo el miedo a hablar de decrecimiento.

    La propuesta del decrecimiento no tiene nada que ver con "gestionar recesiones económicas", es más bien al revés: lo que el decrecimiento plantea es un fortalecimiento de lo esencial, de lo público, de la sanidad, de la alimentación de calidad, local y de proximidad, para poder gestionar de manera equitativa las crisis que van a venir. Es una propuesta de democratización radical, de reducción de la jornada laboral o de sectores ineficientes o perversos como el armamentístico, pero sobre todo es una propuesta de reducción de la desigualdad económica. 

    "Trabajo garantizado, renta básica –o un híbrido de ambas-, aumento del salario mínimo, imposición de salarios máximos, monedas sociales –que facilitan la relocalización imprescindible- impuestos a la riqueza para financiar la transición, nacionalizaciones parciales o totales, la inevitable reducción de la jornada laboral ¡y sólo estamos hablando de la economía!".

    Yendo al detalle, el abanico de propuestas concretas que pueden cohabitar en el marco del decrecimiento es amplísimo: trabajo garantizado, renta básica –o un híbrido de ambas-, aumento del salario mínimo, imposición de salarios máximos, monedas sociales –que facilitan la relocalización imprescindible- impuestos a la riqueza para financiar la transición, nacionalizaciones parciales o totales, la inevitable reducción de la jornada laboral ¡y sólo estamos hablando de la economía! Hay toda una revolución a la espera de que asumamos los límites. En regeneración de ecosistemas, en ingeniería, en los sectores quizá más cruciales, el energético y el alimentario. En el asumir los cuidados y darles valor. 

    No hay una fórmula mágica y distintas zonas del planeta tienen diferentes contextos. Por eso es tan necesario que tengamos cada vez más este debate: ¿cómo vivir en un mundo con menos recursos disponibles? Obviamente, para empezar, aceptándolo.